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morochisima

Capitulo 11:

A lo largo de mis 19 años, tres fuerón los hombres de mi vida que me marcaron para siempre, y su recuerdo por mas que ya no estén conmigo, seguirá presente.
Marco, mi primer amor, mi primer hombre, mi primer amanecer y mi primer anochecer. Walter, mi viejo, mi amigo, mi compañero incondicional, la eterna mano extendida cuando las piedras de la vida me hicieron caer, y por ultimo, pero no menos importante, el hombre al que le dedico este capitulo. Un hombre que mientras estuvo me dio todo lo que tenía y mas también. Un hombre que recordarlo me produce tanto dolor como satisfacción, me hace llorar pero con una sonrisa entre los labios. Un hombre que mas de una vez me envolvió en la dulzura de sus fuertes brazos. Un hombre realmente soñado. Mi bisabuelo.
El “Lolo” fue un hombre sencillamente maravilloso. Fue mi segundo papá. Fue quien me llevaba y me iba a buscar al jardín. Fue quien me ayudaba con las tareas de la primaria. Fue quién me defendía de los retos cuando, como me decía él, me mandaba alguna macana. Fue el Lolo quien me llevaba a la playa en verano y quien me invitaba a andar en bicicleta en el otoño, quien me sacaba las semillitas de la uvas y me calentaba las medias en la estufa. Nunca hablo de mi bisabuelo, y no porque no lo recuerde... sino simplemente para evitar empañar mis ojos, como me está pasando en este momento. Lo extraño mucho al abuelo, por mas que ya haga un año y medio que se marchó, yo aún lo sigo extrañando, y lo extrañaré de por vida.
Me hubiese gustado que estuviese cuando egresé el año pasado, se que hubiese estado muy orgulloso de mi. Me hubiese gustado que vea mi libreta de la facultad, pero si es como si lo estuviese viendo. Con la libreta delante de sus ojos y el brazo completamente extendido sosteniéndola, con una expresión seria en la cara, pero con los ojos inundados reflejando el orgullo. Hubiese estado orgulloso de mi el Lolo. sentir así, pero no sé... es raro explicarlo, él lo hacía de una manera especial, y era obvio, porque él entero era especial.
Nunca le presente un novio, me hubiese gustado que conociera a Marco... capaz hubiesen ido a pescar juntos, le gustaba pescar al abuelo, como a Marco. Saben que, hacia rato que no lloraba por su ausencia, y no me había dado cuenta todo lo que lo echaba de menos. Y ahora que pienso en casarme y en formar una familia me gustaría que esté a mi lado, pero no está, se fue, y lo mas triste es que ya no va a volver.
Que difícil es la vida, y me aterra pensar que tal vez en algún momento mi bisabuela a la que adoro con locura, tampoco esté. Hay mucha gente que le teme a la muerte, yo soy una de ellas, pero no a mi muerte, sino a que le llegue la hora a la gente que amo, aunque así son las cosas, son las reglas de la vida, pero es algo que no puedo superar, que no puedo entender. Como comprender que el día de mañana mis seres mas queridos puedan no estar. Como entender que pudiese faltarme la caricia de alguno de ellos.
Que triste este capitulo!!! La congoja prácticamente no me permite escribir, bloquea mi cabeza como para idear un buen final para esta porción del libro, es que simplemente ya no puedo seguir.
Fue un gran hombre mi bisabuelo... y aunque no esté físicamente, aunque ya no vea su cabeza sin pelo asomando aquella reposera, aunque aquella casa carezca de su presencia, aunque el gran sillón gris permanezca vacío... El Lolo está acá, justo en el lado izquierdo de mi corazón, y allí permanecerá por siempre.

“... que la muerte pierda su asquerosa puntualidad, que cuando el corazón se salga del pecho pueda encontrar el camino de regreso, que la muerte pierda su asquerosa y brutal puntualidad...”
Mario Benedetti (Poeta Uruguayo)

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