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morochisima

Capitulo 6:

Hoy, sobre este teclado frío y este monitor ajeno, en vísperas de Noche Buena, quisiera usar este capitulo, para contarles la historia más linda de Navidad, pero no esperen que les hable de duendecitos buenos ni de un enorme y gordo Papa Noel que intente ridículamente bajar por alguna anónima chimenea… ¿A quien se le ocurre que semejante criatura pudiese pasar su gran anatomía por una abertura tan estrecha? Pero bueno, ridículo o no, fantasioso o legendario, la realidad es que en algún momento de mi vida esta ilusión que cuidadosamente papá y mamá se esforzaron en conservar, me trajo alegrías inmensas, imposibles de olvidar, como imposibles también de intentar escribirlas y lograr trasmitirles a ustedes, tan solo una porcioncita de lo feliz que me sentía cada Noche Buena. De lo esperanzada que estaba al imaginar que ese enorme paquete que descansaba cerca del arbolito fielmente decorado, contenga dentro del colorido envoltorio ese par de rollers que desde hace rato quería, o aquella cajita de maquillajes que mamá y papá no habían querido comprarme. “Sos muy chiquita para pintorrajearte” me habían dicho, pero yo, con mis ocho añitos a punto de cumplir, me sentía mas que grande (especialmente cuando mi hermano recién había podido conseguir la misma cantidad de años que de dedos de una mano) y no perdía la ilusión de que Papá Noel, pensara distinto a ellos y finalmente lograra conseguir las tan esperadas pinturas. Y siempre, todas las Navidades, mi regalito descansaba al pié del árbol.
Como olvidarlo, como olvidar cada locura encabezada por mamá, cada persecución a alguna estrella elegida al azar que milagrosamente y por casualidad, o por causalidad, siempre digo que no creo en las casualidades de la vida, brillaba esa noche con un brillo especial, con un brillo de Navidad. ¡Papá Noel, Papá Noel! e inocentemente, mi hermanito y yo, nos íbamos alejando de la casa, hasta dejar el camino libre para que “Papa Noel” deposite cuidadosamente los paquetitos de Navidad.
Hoy, ya han pasado varios años desde esas épocas repletas de ilusiones y expectativas… sin embargo, tanto Martín, mi hermano que ya está por cumplir 17 años y dejó hace rato de perseguir la estrella de Papá Noel, como yo, a un paso de hacer realidad los 19 años que me esperan ansiosos en el umbral del verano, conservamos esas ilusiones navideñas, esos sueños e ideales… Muchos quedaron, otros se fueron, algunos llegaron, pero estamos y seguimos adelante, con luchas, con piedras en el camino, con peleas y discusiones, con momentos hermosos, con otros no tanto… Pero que importa, hoy es Navidad, y quiero contarles una historia hermosa... La historia de una familia que a pesar de todo, se mantuvo unida, una familia que tiene mucho por lo que agradecerle a Dios y disfrutar esta Navidad.
Hola mamá, hola papá, hola abue’, hola Martín… este es mi libro, y este capitulo es para ustedes, nunca dejen de hacer de las Navidades un sueño hermoso. Es verdad que ya no habrá ilusiones de un bueno y simpático Papá Noel, ni locas persecuciones a estrellas lejanas, ni gratas sorpresas al ver ese esperado camión, ni esa muñeca que decía: “mamᔠal apretarle la pancita. Pero en cambio, si habrá muchas copas levantadas brindando simplemente porque estamos, por las metas logradas y por los sueños cumplidos. Hoy es noche de paz, noche de amor… Hoy es Navidad.

“ Tú eres el único responsable,
de hacer tus sueños realidad"


Flavia Nieves (universitaria y fiel soñadora argentina)

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