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morochisima

Capitulo 3

Quisiera escapar... Agarrar una mochila con dos o tres pilchas y huir... Donde? Supongo que a cualquier lugar, a donde me lleve el viento.
¿Nunca quisieron irse lejos, muy lejos? Volar a un sitio donde no sos nadie, nada, sin pasado y con un presente incierto, en donde nadie se voltee para observarte, a un lugar en donde nadie levante su dedo para señalarte.
Yo si, siempre añore la libertad... A veces sueño que soy un ave, un pájaro libre que vuela y vuela... quizás sin rumbo, quizás con el único fin... de volar.
Volar lejos de esta sociedad completamente prejuiciosa, lejos de la envidia de la gente y la soberbia del mundo.
Volar tan solo para sentir el viento en la cara, la brisa suave, la lluvia de verano, para sentirte libre al fin.
Libertad... palabra soñada. Palabra lejana. Palabra confusa.
Muchas veces, tirada en mi cama contando cuantos nudos tiene la madera de mi techo, me pongo a pensar en la gente, en lo poco que me interesa el famoso “¿Qué dirán?” ... Pero sin embargo, no logro entenderlos.
No logro entender sus beneficios en llenarse la boca con palabras sobre mí... con palabras que ni siquiera son reales. Pienso que una de las principales incógnitas en mi vida es: ¿Por qué habla la gente?
Al principio no me preocupaba demasiado en encontrar una respuesta, ya que tampoco me importaba si hablaban o enmudecían repentinamente. Pero al pasar los años me di cuenta que no era justamente a mí a quien dolían esos comentarios.
Fue en ese momento cuando me dieron ganas de gritar de bronca... o de impotencia...
Cuando “Lo que la gente decía” empezó a lastimar a la gente que más amo en el mundo, entonces estallé.
Y junto con este estallido de bronca, de nuevo la incógnita broto en mi: ¿Por qué habla la gente? Todavía paso noches en vela tratando de encontrar la respuesta, y sinceramente queridos lectores, no he encontrado respuesta más inteligente que hablan porque si, porque no tienen mas nada más importante que hacer... Porque tal vez, jamas se hicieron una introspección.
Tal vez estamos viviendo en una sociedad tan necia que todos se creen perfectos y con la suficiente autoridad de levantar su dedo y hablar de quien posiblemente, ni siquiera el nombre saben... Pero ellos igual susurran, y digo “susurran” porque eso es lo que hacen... La gente no habla, la gente susurra.
Pero la gente es así... no le importa si lastima a alguien con sus habladurías, o si son ciertas o no. A ellos, simplemente les gusta hablar... Susurrar.

“Cada vez que apuntes con un dedo alguien, recuerda que tienes otros tres dedos que te apuntan a vos”

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